jueves, 11 de junio de 2009

Libertad y faldas

Sin esconder ni un solo tramo de lo que soy, me muestro ante tus ojos, sintiendo como tu recorrido comienza desde mi garganta hasta mis pies, notando la presión que ejerces sobre todos mis músculos y rogando que cumplas todas esas promesas que siempre haces a todas las demás.
Si, lo se todo, se que no soy la única, ni la primera y ni la última, también se que regalas besos y caricias sin pedir nada a cambio, que para ti no existen limites ni fronteras, que por las noches navegas en cuerpos ajenos mientras en las madrugadas visitas mi cama, lo sé.
Me muestro con todos mis defectos, que hacían un año ya, que tú perdieses la cordura y yo la falda.
Aquí y ahora, ante ti, sin nada que me cubra, siento que ya no soy tan fuerte como lo era antes.
-Mírame- siempre es el mismo juego- mírame y empezaremos.
Es fácil de decir, tu aun estas vestido.
Las reglas de este juego son sencillas, tú me engañas, yo cedo y los dos terminamos rebajándonos a los instintos más básicos de la carne.
Mi vista, ya acostumbrada a no ver lo que el corazón no quiere, se clava en la tuya y no puedo evitar sentir escalofríos ¡ojala supieses todo lo que haces en mi débil cuerpo!
Ya no esperas si quiera a que yo te lo permita, te abalanzas sobre mi como un lobo hambriento, clavas tus dientes en mi blanca piel y esperas de que mi boca salga un gran suspiro, procede de mi interior, es la fiera que quieres que saque y siempre consigues…

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