A ciencia cierta, solo me alejo sin mover los pies.
Mi mente juega con tu ropa, bajando y deslizándola por la sedosa capa de tu cuerpo.
El vello invisible se eriza y mis neuronas rebotan, muchas emociones fuertes. Un nuevo ataque al corazón torturado.
Ese viejo vestido no es más que la cárcel de tu deseo; escápate, lo estas deseando.
Aunque juegues al engaño, el olor a sexo se siente hasta en mi mohosa presión.
Grita y desahógate, los flashes del dolor se borrarán en cuanto seamos uno.
Bien, ahora dejemos de pervertirnos en este mar de saliva y voces rotas, ni tú ni yo existimos, solo somos fantasías andantes de nuestro alter ego.
Los consuelos no son malas expectativas para nuestras manos y ratos libres pero mejor en compañía, la sociabilidad no es mala.
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